Sobre los riesgos de realizarte un microinjerto capilar en Turquía
En entregas pasadas abordamos los serios riesgos para la salud de los pacientes que se atienden en clínicas patito o low-cost (de bajo costo) y la forma de distinguir un implante de cabello de mala calidad. En esta ocasión queremos alertar sobre el peligro que representan ese tipo de clínicas en varios países, particularmente Turquía, nación que se ha convertido en centro turístico mundial para realizarse implantes de cabello, pero donde también han proliferado las clínicas inescrupulosas que atentan contra el bienestar, la salud y la tranquilidad de los pacientes.
Es común caminar por las calles de Estambul, la capital turca, y ver a muchos hombres con bandas elásticas negras en la frente y gasas en la parte posterior de la cabeza, indicadores claros de haberse sometido a un implante de cabello. Se estima que cada año, medio millón de hombres viajan a Turquía para hacerse ese procedimiento. El bajo costo es, sin duda, una de las principales atracciones. Sin embargo, como dice el dicho, lo barato sale caro, pues han proliferado en Turquía las clínicas capilares que operan sin licencia, registros ni certificaciones de ningún tipo.
Las clínicas que no son profesionales solo buscan maximizar sus ganancias a costa de la comodidad, higiene, sanidad, seguridad y calidad del servicio que brindan. Así, no es nada raro que en dichas “clínicas” de Turquía, Irán, Pakistán o India, por citar los principales países que promueven el turismo médico-estético, se monten líneas de ensamble para realizar varios procedimientos simultáneamente (ver la imagen principal arriba).
Esta forma de maniobrar anula, además de todo, cualquier trato o atención personalizados, necesarios en este tipo de procedimientos, ya que cada paciente reacciona y evoluciona a un ritmo diferente, con necesidades distintas. Por lo tanto, es de esperar que aunque prometan los mejores resultados, estas clínicas ilícitas no respeten las garantías ofrecidas ni cumplan con los resultados prometidos, sobre todo porque los implantes NO son realizados por médicos, sino por enfermeras y/o personal técnico que carecen de la capacitación médica y experiencia requeridas.
De hecho, debido a que la demanda por los microinjertos de cabello ha crecido tanto a nivel global, se ha reportado que en algunas clínicas pirata en los países mencionados los transplantes han sido realizados por taxistas o refugiados sin instrucción alguna en este tipo de procedimientos de alta especialización, según denuncia la International Society of Hair Restoration Surgery (ISHRS). El problema ha crecido tanto tanto, que la ISHRS ha lanzado una campaña llamada Fight the fight para combatir la mala praxis y las clínicas low-cost a nivel mundial.
Esta forma de maniobrar anula, además de todo, cualquier trato o atención personalizados, necesarios en este tipo de procedimientos, ya que cada paciente reacciona y evoluciona a un ritmo diferente, con necesidades distintas. Por lo tanto, es de esperar que aunque prometan los mejores resultados, estas clínicas ilícitas no respeten las garantías ofrecidas ni cumplan con los resultados prometidos, sobre todo porque los implantes NO son realizados por médicos, sino por enfermeras y/o personal técnico que carecen de la capacitación médica y experiencia requeridas. La magnitud del problema y la profundidad de las consecuencias que crean estas clínicas ilícitas ha provocado que las víctimas se organizaran en la Asociación Afectados por Implantes Capilares en Turquía.